En Argentina, durante la última dictadura militar, pesaba sobre los Testigos una prohibición a sus actividades que resultaba en encarcelamiento a objetores de conciencia al servicio militar o la expulsión de las escuelas a hijos de miembros de esta religión. Pero el 10 de octubre de 1978, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos resolvió que el gobierno había vulnerado los derechos humanos de los testigos de Jehová y recomendó que se levantara la proscripción. El 12 de diciembre de 1980, el gobierno militar de facto aceptó la recomendación y suspendió la proscripción. Finalmente, el 9 de marzo de 1984 se dio reconocimiento legal a la Asociación de los Testigos de Jehová.
“Consideramos muy valiosa la obra de educación bíblica que realizamos”, dijo Marcos Donadío, portavoz nacional de los Testigos. “Nunca damos por sentada nuestra libertad de participar en esa actividad, porque tenemos claro que se estableció gracias al inmenso esfuerzo que hicieron muchos de nuestros compañeros de creencia en el pasado.”
Actualmente, se libran batallas legales en países como Eritrea donde el gobierno ha arrestado, encarcelado y maltratado a testigos de Jehová sin haberlos juzgado o sin haber presentado cargos formales. Lo ha hecho tan solo por participar en actividades religiosas o por razones que no han sido reveladas. Entre ellos hay mujeres y personas mayores que son encarcelados en condiciones severas y algunos incluso han muerto como consecuencia del trato inhumano que recibieron.
De manera similar, los Testigos continúan litigando en los tribunales de Rusia; país que ha declarado “extremistas” sus publicaciones, ha prohibido su sitio web oficial y ha confiscado sus centros de adoración y propiedades. Muchos testigos de Jehová de Rusia también han sido encarcelados por practicar su fe.